Maestro, ¿cómo conoció usted el Sipalki y cuándo comenzó a practicarlo?
Llegué al Sipalki a través de un amigo. Él entrenaba con el Maestro Park, y comentó esto en una charla que teníamos junto a otros muchachos. En mi época de juventud, el furor por las artes marciales iba de la mano de las películas de Bruce Lee; era el verano de 1982, y casi todo el grupo de amigos del barrio habíamos ido a ver Operación dragón; cuando volvimos todos “encendidos” por la película, él contó que estaba practicando con un maestro coreano. Hasta ese momento yo ni había escuchado hablar del Sipalki, pero esto no fue obstáculo para acercarme al Gimnasio Park de avenida Rivadavia y Lacarra. Me bastó con sólo con ver una clase dictada por mi Maestro para inscribirme. Esto ocurrió en abril de 1982, apenas empezada la Guerra de Malvinas.
¿Cómo obtuvo su graduación de 7mo. Dan?
Podría decir que fundamentalmente con muchos sacrificios… jajaajaaaa!!! Son más de treinta años dedicados a la práctica, al conocimiento y a la difusión de nuestro arte. Siempre con cariño y con gusto, pero te podrás imaginar que en todo ese tiempo hay que sacrificar muchas cosas para estar siempre presente. Todo aquel que se ha entregado de corazón a este camino sabe que es así. Nuestros gustos, descanso, amistades, nuestro trabajo y a veces hasta nuestras familias quedan postergadas debido a las obligaciones inherentes a nuestra actividad.
Tengo el honor y el orgullo de poder decir que todos mis cinturones hasta 4º dan me fueron otorgados por mi Maestro Joong Hyun Park, y las graduaciones de 5º, 6º y 7º dan me fueron concedidas por nuestro querido Gran Maestro Soo Nam Yoo.
¿Cuál es el rol de un Maestro?
Que difícil!!!!! No lo sé yo todavía a mi edad. Puedo expresar lo que para mí ha significado mi Maestro en mi vida: alimento, guía, ejemplo, inspiración. Aún hoy con todos los años recorridos en el Sipalki, me ocurre de encontrarme en coyunturas en las que lo primero que hago es preguntarme: «¿Qué haría el Maestro Park en esta situación?»
Hablar del rol o del lugar que ocupa hoy un maestro de arte marcial en nuestra sociedad no es simple; toda la información está siempre disponible para todos, y pienso que esto es algo muy bueno pero también es una realidad engañosa. ¿Qué se puede enseñar si todo está a la mano de todos? Sin embargo, el verdadero aprendizaje es experiencia y no información. En ese punto, tal vez un maestro pueda ser aquel que ha aprendido, y sea capaz de influir en los alumnos o discípulos para ayudarlos a atravesar también esta experiencia. Y uso la palabra atravesar porque tengo la firme creencia que todo aprendizaje implica alguna forma de sufrimiento; sin dramatizar, la instancia del aprendizaje es una «estancia» en el dolor, y un superarlo para continuar. La vista de un maestro debe estar siempre adelante, en el lugar correcto ocurra lo que ocurra, para declarar a su alrededor cuál es el camino a seguir. Por eso un maestro está para señalar hacia dónde, y para ayudar a lograrlo.
Si usted tiene que definir y describir el Sipalki… ¿qué podría decirnos?
Sipalki significa literalmente «18 técnicas de lucha». En Sipalki aprendemos 3 técnicas de mano vacía y 15 con armas. Pienso que no alcanza una vida para entrenar todo esto, y tal vez ahí se encuentre lo hermoso de nuestro Arte: para todos nosotros será algo que no tenga fin, ya que agotaremos nuestras vidas y no habremos podido recorrer toda su extensión. Así de pequeños somos, así de grande es nuestro Arte.
Se suele escuchar que el Sipalki es un «arte marcial sucio» o «callejero» ¿Es esto así?
El Sipalki se ha ganado esa fama porque en los primeros años en que la disciplina comenzó a conocerse en nuestro país el entrenamiento era extremadamente duro: lo que se practicaba se aplicaba. Y hablamos de los ´70, cuando todavía no existían los elementos de protección que hoy día se consiguen, y las luchas eran a puño y pie limpio.
Sin embargo, callejero es lo que se practica en las calles. El Sipalki se practica en los Doyangs, con técnicas precisas y depuradas a lo largo de siglos, y sobre todo con normas éticas, morales y disciplinarias que conforman nuestro legítimo acervo. Reducir al Sipalki al estereotipo de «sucio» o «callejero» en razón del carácter de algunos de sus movimientos es simplificarlo y degradarlo a niveles inaceptables. Hoy el Sipalki tiene mucho más que técnica para el que se acerca a conocerlo: tiene una propuesta de formación humana, una visión de integridad y de rectitud que compartir. Valores como el respeto, la humildad y la perseverancia son un alimento mucho más provechoso para quien los recoge en su corazón que cuanta técnica pueda aprender.
¿Qué distingue al Sipalki de otras artes marciales?
Seguramente su riqueza técnica. La variedad de movimientos que se practican en función de todas las posibles situaciones en las que nos podemos ver comprometidos en una lucha hacen que sea casi inagotable. Por supuesto que no estoy haciendo comparaciones con ninguna otra disciplina; cualquier arte marcial practicada con compromiso es un resultado seguro de progreso físico y espiritual. Aun así, mi experiencia en tantos años de enseñanza me demostró que el Sipalki siempre tiene una «herramienta» a mano; se adapta a cualquier estilo de lucha y aporta técnica para todos los gustos. Muchos no creerían las cosas que he visto en combates; situaciones parecerían sacadas de películas, y que fueron resueltas por practicantes con lo aprendido en el entrenamiento.
¿Cree usted que la práctica de artes marciales puede resultar un aporte a nuestra sociedad, en el marco de la inseguridad y el desprecio por el otro en el que se vive hoy en día?
Sin dudas. Tanto la formación espiritual a la que hacía referencia anteriormente, como la física a través del duro entrenamiento, apuntan a forjar el carácter. Las reacciones desmedidas o fuera de lugar contra los demás son producto de nuestras propias inseguridades y egoísmos, y la práctica de un arte marcial supervisada por un buen maestro corrige esto. Valores como el respeto y la humildad son nociones que no se encuentran hoy en día fácilmente en la vida diaria, pero tampoco se puede decir que se hayan perdido. Siempre hay gente con la brújula orientada hacia el sentido correcto, y en un verdadero arte marcial encuentran el lugar para cultivar estas virtudes.
Usted preside la Escuela de Sipalki Sam Mi Dok… ¿qué puede decirnos de ella? ¿Qué lo inspiró a crearla?
Nuestra escuela nace a finales del año 2015, y es el resultado del trabajo de muchos de sus integrantes. El esfuerzo y la organización volcados a lo largo de tanto tiempo en mi grupo de alumnos generó un espacio propio.
Hoy en día luchamos por difundir nuestro Arte y formar los mejores artistas marciales desde Sipalki Sam Mi Dok, con una solida base filosófica y un elevado desempeño técnico.
¿Quiénes pueden practicar Sipalki y qué espera usted de sus alumnos?
Todos pueden aprenderlo. Sólo es necesario tener el deseo de hacerlo, y luego la voluntad. Cada etapa de la vida tiene sus posibilidades y también sus limitaciones; si uno no va contra ellas, encontrará satisfacción, progreso y plenitud en la práctica de Sipalki. Por el contrario, si el alumno no entrega todo de sí para mejorar, al final del camino tropezará con su propia frustración. Ahí está contestada su pregunta acerca de lo que yo espero: que el alumno se presente cada clase con absoluta honestidad, dispuesto a dar lo mejor de sí mismo.
Por último Maestro, ¿qué es el Sipalki en su vida?
No sé si es del todo acertado, pero le diría que es como una presencia que está siempre cerca. Por ejemplo, a mi mujer Silvia la conocí en el doyang de mi Maestro hace ya 30 años, y con ella tuvimos nuestros 3 hijos, o sea que además de todo lo que el Sipalki me ha enseñado, me ha ofrecido lo más valioso que tengo.Toda mi familia lo practica, alumnos que llevan muchos años entrenando conmigo y que hoy son además nobles amigos, las actividades de la Escuela y de la Federación, el aprendizaje con mi Maestro… aquí he echado mis raíces, y siento que nuestro Arte forma parte inseparable de mi vida. Si miro hacia atrás, siento como si hubiera cruzado el mar a nado, y si miro alrededor el día de hoy, aún no veo la costa. Y eso es bueno!!!
Mientras tenga el cariño de mis alumnos y de mi Maestro mi espíritu seguirá dispuesto a continuar aprendiendo y contribuyendo con el desarrollo del Sipalki, y espero que el Sipalki siga teniendo un lugar reservado para mí.